El zepelín es una de las formas de volar más increíbles que existen. Hubo un tiempo en que estás gigantescas máquinas gobernaron los cielos pero una serie de desafortunados accidentes acabaron por casi relegarlas al olvido.
Los zepelines son un tipo de aerostato (globo) que además de sustentarse en el aire mediante gas (hidrógeno o helio), poseen algún modo de propulsión que les permite desplazarse por el aire. Se les llama también dirigibles porque son también capaces de cambiar la dirección hacia la que vuelan.
Generalmente tienen forma de huso, similar a un balón de rugby aunque más alargado. Presentan un gran tamaño y es fácil que superen los 100 metros de largo. La palabra zepelín proviene del apellido de su inventor Ferdinand von Zeppelin.
Se controlaban mediante timones y elevadores; algo parecido a los que tienen un avión (en los estabilizadores de alas y cola) o un barco. En términos sencillos, el timón hace que vaya a la izquierda y a la derecha, mientras que el elevador hace que el morro suba y baje. A diferencia de un avión, apuntar el morro hacia arriba o hacia abajo no necesariamente lo hará subir o bajar por mucho que sea más ligero que el aire.
En última instancia, lo que hace que un dirigible se eleve es el hecho de que es más ligero que el aire que desplaza. El volumen de lo que hay dentro de un dirigible pesa menos que el aire que lo rodea, por lo que se mantiene flotando. Los dirigibles tienen cierta sustentación aerodinámica (parecida a la que dan las alas de los aviones) y los motores los impulsan, de modo que, por ejemplo, cuando se apunta el morro hacia abajo, el aire se desvía de la parte superior del dirigible y ejerce una sustentación negativa, empujando el dirigible hacia abajo en contra de su tendencia natural a elevarse. Es una combinación de aerostática y aerodinámica.
Los primeros dirigibles obtenían su sustentación del hidrógeno. Tiene las mejores propiedades de elevación porque es el elemento de la tabla periódica con menor peso atómico, por lo que es el más ligero de todos los elementos y el gas menos pesado que existe. Conocían los peligros (es muy inflamable), pero era el único gas más ligero que el aire que era abundante, barato y fácil de fabricar. La alternativa es el helio, que no se puede fabricar, sólo se puede encontrar y no se podía obtener a principios del siglo XX.
En un principio, durante la Primera Guerra Mundial, fueron usados principalmente para fines militares. Solían emplearse para reconocimiento desde grandes alturas como ya se hacía con los globos, algo muy útil para vigilar las aguas y a los primeros submarinos. Además tenían la ventaja de alcanzar grandes alturas y tener una gran autonomía, lo que permitió su uso como bombarderos aunque eran bastante vulnerables a la artillería.
Después de la guerra vivieron una época dorada en la que fueron usados como medios de transporte que incluso permitían el vuelo transoceánico entre Europa (Alemania) y Estados Unidos. A pesar de que fue un medio exitoso aunque limitado de pasajeros, algunos accidentes y la llegada de la Segunda Guerra Mundial, supusieron su final como medio de transporte.
En la actualidad los zepelines tienen un uso principalmente publicitario. Su envoltura se serigrafía con diseños de marcas y se realizan vuelos. Su gran tamaño permite que muchas personas puedan ver la marca desde grandes distancias. También existen modelos con carteles laterales gigantes iluminados por leds para mostrar mensajes en el cielo nocturno.
Últimamente se está viviendo un tímido resurgimiento con los vuelos recreativos. Nuevos diseños que apuestan por el helio para una mayor seguridad podrían hacerlos más fiables para la opinión pública y las nuevas tecnologías verdes pueden impulsar un zepelín a grandes distancias con un consumo reducido. En cualquier caso son máquinas caras que valen varios millones de dolares y con una capacidad de pasajeros limitada que obliga a tener por el momento, unos precios relativamente elevados por cada pasaje.